lunes, 25 de agosto de 2008

Peligros para Chile de un eventual gobierno populista


Populismo Chileno: una propuesta insostenible

Hay quienes dicen que de la experiencia se aprende. Sin duda eso no es un tema aislado para Chile. Si recordamos el gobierno que más se acercó a tener una ideología populista, fue el de Salvador Allende quien dejó a nuestro país con una inflación casi incontrolable, problemas de distribución de alimentos, una gran división política y un sin número de movilizaciones que manifestaban el descontento con el sistema que reinaba en Chile.

Se podría decir que los chilenos estamos estructurados con un pensamiento, en donde las ideas populistas no tienen cabida, debido a que nos encontramos dentro de una política que se basa en los consensos.

Si analizamos el “Decálogo del Populista Iberoamericano”, escrito por el mexicano Enrique Krauze podemos ver cómo varios de sus puntos, no concuerdan con el sistema que hoy tenemos en Chile.

En primer lugar, se dice que el populismo, exalta el líder carismático. Chile carece de un líder que tenga carisma, altos niveles de persuasión y convencimiento hacia los demás. Por años los agentes políticos han sido los mismos, basta recordar los constantes cambios de gabinete, donde no se ha producido renovación de figuras públicas, la cuales resultan familiares para todos.

Por otra parte, el populista alienta el odio entre clases, debido a que se dirige a los grupos minoritarios excluyendo a los demás. En nuestro país, los grupos rupturistas están formados por una minoría, quienes no se adaptan a la idea actual que tiene la sociedad de progresar en el ámbito económico, cultural, social, intelectual, familiar y político.

Además tenemos el ejemplo de las divisiones sociales que hay en gobiernos populistas como el de Hugo Chávez en Venezuela. Si bien, Chile en la época de Allende sufrió de una marcada polarización y muchas heridas no están cerradas, actualmente no resulta factible optar por alentar aún más el odio entre las clases a través de un gobierno populista.

En cuanto al aspecto económico y político, Chile lleva 18 años en una etapa de transición a la democracia, con una consolidada Constitución y a la vez cuenta con instituciones públicas bien establecidas, tales como el poder ejecutivo, judicial y legislativo. Tenemos organismos autónomos como el Banco Central, la Contraloría General de la República que se convierten en una fortaleza frente a la amenaza de un gobierno populista.

Se debe tener presente que para el populista, es mucho más fácil vulnerar el pensamiento de un país que se encuentra en crisis y que ya no ve representatividad en sus figuras políticas. Afortunadamente, Chile no se encuentra en ese estado.

Aceptar un gobierno populista en Chile, es romper con todo lo que se ha construido en estas últimas décadas y atentar contra la estabilidad tan anhelada por todos los chilenos, quienes a esta altura no quieren a ese líder carismático; que fabrique la verdad, que mal utilice los fondos públicos, que desprecie el orden legal y que aliente el odio de las clases.

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